Ser uno solo con los demás a un tiempo
Hablarse a uno mismo del mundo que somos
Ser, desde dentro, siempre hacia fuera
Levantar la mirada y el verso
Amar lo nuestro en los demás,
a los demás en lo nuestro,
y centrarse en que no hay un único centro.
Estar en cada ahora
Los ojos abiertos
Hacer nuestro este mundo que a cada vuelta
lo mismo llora, que ríe,
que baila, que inventa,
que sufre,
que sueña, que vuela,
que muere y que nace,
que vive y que no.
Ser esa parte más de un todo
un peso más, un arma más,
un dolor más, una opresión más,
una tiranía más,
o no.
Ser valientes, rebelarse en una lucha sincera
Ser fieles a ese grito de dentro
amordazado por la comodidad y el tiempo.
No abandonar el amor
entre los despojos de otro mundo
que decidimos despreciar por pura cobardía,
por no atrevernos a entender
que no basta un lamento para acallar la conciencia,
que aunque no tengamos ojos suficientes
todas las lágrimas son nuestras.
Sentirse parte y decidir sereno
Ser una ínfima fracción del antídoto
o una gota más del veneno.
Contemplar cada circunstancia y decidir
si ser una mano más
o una mano menos.
Comprometerse con el mundo que queremos
Porque si no caes en la trampa
y borras la frontera que nos divide
es tu mundo el que se ensancha;
Si encuentras aquello que nos une
ya nada nos separa;
Si te despojas del miedo y cuestionas las creencias
y no ves ni el credo, ni el color,
ni su costumbre, la lengua o la presencia;
cuando solo ves los ojos que te miran
se revelan como propias sus carencias
y el espejo te devuelve reflejado
el alma desnuda de otro tú
en una suerte de lúcida demencia:
Esa forma del amor que es mirar al otro
y no ver ninguna diferencia.
