Dicen que cada persona es un mundo. Nacemos diferentes y en distintas condiciones y, pese a lo que nos gustaría, eso nos hace desiguales. Por eso la interculturalidad puede ser la base de un futuro igualitario.

Nuestros rasgos físicos, la personalidad o el coeficiente intelectual son algunas características, pero otras como el lugar de origen, el nivel socioeconómico o la formación que recibimos son las que nos determinan.

Habitamos en un planeta cada vez más globalizado. Pero la realidad es que seguimos viviendo en una sociedad con algunos tintes opuestos a la interculturalidad.

Los autores ‘De Diego y Guillén’ definieron en 2006 el conflicto intercultural como la confrontación entre personas o grupos culturales con objetivos incompatibles. Dicho en otras palabras: los problemas ocasionados a raíz de las diferencias culturales no entendidas o no aceptadas.

Concepto de interculturalidad

Si nos abrazamos al concepto de interculturalidad como fenómeno que se produce entre dos o más culturas, entendemos que no se trata de que una sobresalga respecto a la otra, sino de que ambas aprendan a convivir.

El de interculturalidad también está estrechamente relacionado con otros términos como diversidad, pluralidad y multiculturalidad. Todos con significados distintos pero que nos vienen a hablar de una sociedad más equitativa, donde los grupos sociales vulnerables se alejan de la discriminación global que han sufrido a lo largo de la historia.

Si algo nos han demostrado los avances tecnológicos es la amplia posibilidad que existe de interconexión en el mundo. Por lo tanto, estamos ante la época con más facilidades para la comunicación y el aprendizaje intercultural.

Una ruptura de fronteras virtual que, en ocasiones, traspasa las pantallas y consigue conectar a personas sin importar su procedencia, ideología o religión.

Las fronteras físicas, en cambio, no desaparecen y vemos cómo la economía y el mercado internacional siguen primando por encima de los intereses individuales de la ciudadanía. Para ejemplo, las guerras que hoy en día siguen activas.

Sin embargo, destellos de esperanza se abren paso en medio de un mundo donde algunas causas parecen casi perdidas.

Interculturalidad

Red de Ciudades Interculturales

Un proyecto positivo es la Red de Ciudades Interculturales (RECI). Una conjunción de una red de ciudades y diferentes puntos del territorio español que trabajan en el impulso de políticas de gestión para la diversidad basadas en la interculturalidad.

La sociedad ve cada vez más la diferencia cultural como una oportunidad para mejorar de forma conjunta y no para disgregarse, aunque aún queda mucho camino.

No hay culturas mejores ni peores, simplemente las hay diferentes pero igualmente válidas. Y es ahí cuando nos acercamos a lo que realmente importa, el respeto y la tolerancia como valores abanderados indispensables de la interculturalidad.

Hay una solución para todos los conflictos, sea cual sea su envergadura y su origen: la educación.

Solo nos queda caminar hacia una sociedad que comprenda que la igualdad llegará el día en que todas las personas tengan los mismos derechos, incluidos los correspondientes a la defensa y puesta en valor de su cultura.

Por Patricia Losada